La plaza de Cibeles se lleno de aficionados al acabar el partido. Mucha gente quería disfrutar del triunfo de su equipo, tambien un gran porcentaje de garrulos, aunque menos que en otras ocasiones. Las facilidades a la prensa para realizar su trabajo brillaron por su ausencia. Dos horas metidos en un corralito de parque infantil rodeado de vallas azules, del cuál no podíamos salir si entrábamos, franqueado por polcias uniformados hasta las cejas.
Desde ese pequeño espacio no podíamos ver la estatua de La Diosa Cibeles ni poder hacer la foto del capitán con la copa en lo alto. Los policias en medio cuando llegaba el autobús, agregados y acoplados por todos los lados. Un poco patético. Para colmo antes de que el autobús abandonara la plaza, Los cuerpos de seguridad se pertrecharon con su ropa de ataque, dando por hecho que tenía que pasar algo, en vez de dejar que la gente abandonara la plaza tranquilamente. Penoso.