Hace muchos años, cuando todavia usábamos negativo blanco y negro, me llamaron de El País y me dijeron que Gabriel García Márquez estaba en Madrid y había que hacerle unas fotos. Mandaron a un fotógrafo a la salida de las Ventas (se suponía que había ido a los toros), el fotógrafo que estaba dentro tenía que buscarle entre el público. Y a mí me encargaron ir a la puerta del Ritz para ver si conseguía pillarle. Fui para allá, monté la cámara, y cuando estaba en la puerta de Hotel, había algo que no me encajaba. Tenía que hacer una foto a un gran escritor y parecía que estaba en una guardia en la Audiencia Nacional.
Entré en el Hotel y pregunté por el Señor García Márquez, me pasaron con su habitación y le conté que me habían encargado hacerle una foto, amablemente me invitó a subir y los cinco minutos que estuve con él me pareció una persona muy cercana y sencilla, permitiéndome realizar un trabajo natural como si fuera mi amigo.
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